El sufrimiento de mi amigo Jesús

"Vamos Santiago, pronto llegará, al atardecer hará su Entrada triunfal en Jerusalén y tenemos que esperarlo, entrará a lomos de un borriquillo, todo el pueblo lo espera, tienen fe y seguro que lo agasajaran con cantos, flores y palmas y lo seguirán. Avisemos a Juan a Simón a todos".





Estas palabras se las dirigí a mi amigo Santiago aquel domingo que esperábamos con ilusión al que sería nuestro gran amigo Jesús, unos días después no reunimos con Él en torno a la mesa en la que, sin saberlo, sería la Última Cena que celebraríamos juntos. Nos repartió el vino como si fuera su propia Sangre y el pan como su propio Cuerpo.



¡Qué poco tiempo le quedaba para estar entre nosotros!



No supimos verlo, hoy recuerdo como Judas acariciaba aquella bolsa con sus manos, había seguido a nuestro Maestro y lo traicionó por unas míseras monedas, dijo al Sanedrín dónde podían Prenderlo y Jesús, sin saberlo nosotros, ya nos lo estaba anunciando en esta cena. A los pocos días nuestro amigo Judas se arrepintió ante la magnitud de sus actos, pero ya era tarde para él , empezaba la Pasión de nuestro querido Maestro.



Llegada la noche recuerdo que Jesús nos llevo a mí a Santiago y a Juan a Orar en el Huerto de Getsemaní, les pedimos que nos enseñará a orar como Él lo hacía, nos pidió que permaneciéramos junto a él y veláramos. Hoy comprendo su pasión y agonía, vimos como decía:


"Padre mío, si es posible aparta de mí este cáliz, no se haga como yo quiero, sino como quieres Tú, hágase tu voluntad y no la mía"



en ese momento vino un ángel del cielo que lo confortó. ¿Porqué tuvimos que dormirnos? le fallamos, no fuimos capaces de velad y orar ni siquiera una hora, nos venció el sueño. Aparecieron los soldados y lo Prendieron.



Ahora amigo te pido perdón porque te negué tres veces, no fui valiente, negué conocerte. Pilatos no te condenó, pero otros sin saberlo te estábamos condenando por cobardes. Todos llevamos a cabo tu Sentencia.



Todavía tengo en mis ojos grabados cada uno de los latigazos que recibiste en aquella Columna de la sinrazón y locura de los que te ataron a ella hasta quedar tu cuerpo en carne viva.



Tuvieron la osadía, después de tanto sufrimiento, de ponerte una capa y una corona de espinas, aún más dolor y sufrimiento, recibiste burlas y humillaciones de aquellos hombres que Tú tanto amabas y a pesar de tanto desgarro de tu cuerpo y espíritu con tu Humildad nos diste ejemplo de sacrificio y amor, no hubo rencor ni odio para aquellos que disfrutaron de sus actos impíos. Mi querido Jesús me dolió tanto verte así. Todo lo hiciste por mí, por todos, pagaste con tu sufrimiento nuestra salvación.



Aún hoy siento en mi hombro el calvario que pasaste llevando a la primera luz del día aquella Cruz Nazarena no podías más Jesús y a pesar de ello seguías, llevabas en tu hombro los pecados de todos nosotros y esos mismos fueron lo que te hicieron tener tu primera Caída, y la segundo y la tercera, Simón de Cirene te ayudó a llevarla, ¿Porqué no fui yo, porqué no tuve valor, porqué...?



Largo fue el camino que recorrió mi gran amigo para tener que Expirar su último aliento crucificado en aquella cruz, clavado de pies y manos y aún así se siguieron burlando de ti´¿Cómo puedes pedir perdón para todos ellos, Jesús?, saben lo que hacen, pero Tú pides su salvación, después de tanto dolor, crueldad y burla, sigues mostrándonos tu amor.



Al atardecer de ese día cruel y a los pies de la cruz, nos dejaste en su Angustia, Soledad y Lágrimas a tu Madre y tu buen amigo Juan, te fuiste de este mundo y con voz fuerte pronunciaste:



"Todo está consumado en tus manos encomiendo mi espíritu"



dejándonos un gran regalo a María como la Madre de todos nosotros



¡Qué gran regalo, lo que tú más querías, nos lo das!



No podré olvidad este último sacrificio.



¡Cómo no vamos a querer a la Virgen, a tu Madre!



A la noche y en el descendimiento de la cruz , sus amigos, que velaron su cuerpo en su agonía, envuelto en una sábana, llevaron a cabo su Santo Entierro, mi gran amigo quedó solo en su Sepulcro, los únicos que estuvieron junto a él fueron unos soldados.



Tan solo hicieron falta tres días, tres triunfos, tres glorias, al amanecer del tercer día ya no estaba entre los muertos, había triunfado a la crueldad, al sufrimiento, a la muerte



¡Resucitó Según Dijo!



¡Gracias Señor por volver a estar entre nosotros, por sufrir y resucitar por todos, por mí tu amigo y discípulo Pedro!



Ana Herrador Marín

Semana Santa 2012









No hay comentarios:

Publicar un comentario