Ya está aquí nuestra Patrona



Con solemnidad y enorme esplendor se han desarrollado todos los actos organizados por la Real Archicofradía de Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de Úbeda, durante los dos días de romería que han culminado con la llegada a Úbeda de la Madre de los ubetenses.


Los actos comenzaban en la madrugada del sábado, día 1 de mayo, cuando los romeros se ponían en marcha para ir a buscar, a su santuario, a la Virgen de Guadalupe. El tiempo acompañó y el camino se hizo con la alegría de saber que la Chiquitilla del Gavellar esperaba a sus devotos, para celebrar una misa en el amanecer de esa jornada festiva. Tras esa misa y sobre las 9’30 horas, llegaba la Virgen a la aldea de Santa Eulalia donde los aldeanos la esperaban con enorme alborozo. La Real Archicofradía tenía esa asignatura pendiente con los habitantes de la aldea, que siempre reivindicaron que la Madre no estuviese allí simplemente de paso, para poder agasajarla sin prisas y con el fervor que caracteriza a los devotos de Santa Eulalia. Con buen criterio se decidió que María del Gavellar pasase en la aldea la jornada y la noche del día 1 y la verdad es que ha merecido la pena realizar ese esfuerzo y añadir un día a los actos romeros. Hay que destacar la solemne procesión que tuvo lugar en la tarde del sábado, día 1 de mayo. Estuvo encabezada por una digna representación de la banda de cabecera de la hermandad de Nuestro Señor en la Columna, muchos de cuyos componentes, con enorme ilusión, quisieron desgranar sus toques en honor a Nuestra Señora. Durante algo más de una hora, la procesión recorrió las principales calles de la aldea, ante la cara de felicidad y casi de incredulidad de los más viejos del lugar, que engalanaron el recorrido y mostraron su satisfacción por un hecho que casi puede considerarse como histórico.



La noche del día 1 estuvo salpicada de actos para todos los gustos, desde una verbena hasta una vigilia de oración, y la Virgen estuvo arropada por sus hijos durante toda la madrugada. La imagen había sido colocada en la plaza de la aldea bajo un dosel, rodeado por cientos de flores y de velas, que mostraba a la Virgen con absoluta cercanía.



La jornada del día 2 de mayo comenzaba con una misa, celebrada a las 11’00 horas, tras la que tuvo lugar la entrada de carrozas. El mundo cofrade ubetense aportó dos de ellas, obteniendo el primer premio la de la cofradía de la Columna, que mostraba el estandarte de María Santísima de la Caridad, en el año en que esta imagen cumple su 50 aniversario. Decenas de “columneros” se mostraron satisfechos por acudir de nuevo a rendir pleitesía a su Madre del Gavellar, creando un ambiente alegre y de hermandad, en torno a la Virgen. La cofradía de San Isidoro entregó un diploma a la hermana mayor de la Real Archicofradía, Mariani Redondo Moreno, como muestra se satisfacción por el hecho de que una mujer, por primera vez, gobernase la hermandad patronal, en los 629 años de historia que tiene la advocación por Nuestra Señora de Guadalupe. Se alzó con el tercer premio la carroza de los animosos jóvenes de la procofradía de Nuestra Señora de las Lágrimas, que rezumaban devoción mariana por los cuatro costados.



Tras el paso de carrozas y caballistas los peregrinos repusieron fuerzas en los bares montados por diversas hermandades y en torno a las cinco de la tarde la Virgen partía hacía Úbeda. El camino se hizo, sin prisa pero sin pausa, en una tarde soleada y primaveral, aunque sin excesivo calor. Antes de llegar a la ciudad la Virgen entró al cementerio por vez primera. Mereció la pena vivir “in situ” ese momento el cual estuvo presidido por el recogimiento, el más absoluto de los silencios y la añoranza. Se rezó por las almas de todos los que descansan en San Ginés, muchos de los cuales hicieron de la devoción por Nuestra Señora de Guadalupe el centro de sus vidas. Luego se retomó el camino y la Virgen era recibida, sobre las 19’10 horas a la entrada de la ciudad por la banda de la cofradía del Resucitado, acólitos con dalmáticas, la A.M.U. el estandarte de la hermandad y hombres y mujeres que portaban los recién recuperados faroles, para llevarla hasta el lugar conocido como “Molino de Lázaro” donde, el cofrade y guadalupano Pedro Ángel López Barella la recibió en nombre de los ubetenses, con hermosas palabras, plagadas de amor y forjadas desde su experiencia de fiel devoto y de viejo romero.


Tras el recibimiento daba comienzo la procesión una procesión multitudinaria, pues fueron muchísimos los ubetenses que se echaron a la calle para recibir a la Madre entre vivas, cánticos y pétalos de flores. Se trató de una procesión que irradiaba júbilo y matices festivos, porque muchos de los hijos de Guadalupe comentaban con esperanza que posiblemente se tratase de la última procesión que dejase a María en San Pablo y no en Santa María donde, casi con toda certeza, volverá en 2011, tras más de veintisiete años de ausencia.



Sobre las 22’00 horas, el consiliario de la Real Archicofradía, en el interior de la iglesia de San Pablo, ponía fin a la romería, entre oraciones y cánticos, con un templo abarrotado de fieles, autoridades y niñas vestidas de romera, e invitaba a los devotos a visitar frecuentemente a la patrona durante su estancia en la ciudad.



La flamante junta directiva de la cofradía patronal ha superado “cum laude” su primera prueba, tal vez la más dura. No ha sido casualidad. Detrás de la organización minuciosa de todos los actos están muchas horas de trabajo concienzudo y bien planificado, pero sobre todo las enormes dosis de amor por la Chiquitilla de una junta directiva con la que los ubetenses se han volcado y a la que han abierto sus puertas y facilitado su tarea. Ahora toca “descansar”, hacer balance y disfrutar de lo conseguido.



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