Corren las nubes indecisas amenazando lluvia, son las nueve
de la mañana y la gracia de nuestra Patrona la Virgen de Guadalupe, abre el
telón de las nubes y aparece un hermoso día presidido de espléndido sol para
calentar los huesos de estos viejos devotos.
El primer
acto es emocionante; las costaleras vestidas de azul como el manto de la
Virgen, alegraban a la Chiquitilla del Gavellar meciendo las andas que estaban
adornadas de humildes margaritas; sencilla, pequeña, pero con esa fuerza que
corona su belleza y que llenando el pórtico de la iglesia, nos hace saltar el
corazón de alegría a todos los romeros, espectadores de tan gran
acontecimiento.
Parada en la
puerta de la iglesia, mientras la banda eleva con emoción las notas del Himno
Nacional, reparte su Luz por este acogedor pueblo que se abre con generosidad
para recibir a los ubetenses enamorados de su Patrona y de este hermoso
entorno.
En el
segundo acto, se luce la procesión, que por primera vez sale de la iglesia de
la Mare de Dèu de Montserrat de Castelldefels y a los sones de la banda va
llenando de alegría y emoción el itinerario, hasta llegar al recinto del
castillo.
En los
jardines del castillo se había levantado
un altar y un foro de trescientas sillas, megafonía y
demás instalaciones apropiadas para una fiesta campera, a cargo y por gentileza
de la Concejalía de Cultura. A la derecha del altar se ha instalado la bendita
Imagen de Nuestra Patrona, los estandartes de las cofradías asistentes y el
pendón de Úbeda.
La Santa
Misa, oficiada por el Consiliario de la Hermandad del Cristo de la Paz, ha
estado doblemente rezada, según San Agustín, por los cantos de los coros
rocieros Bruma del Sur y El Roure.
Desde los
expertos organizadores, empezando por el Hermano Mayor, hasta los voluntarios
que ayudaban a los que se movían con dificultad, los que atendieron el bar
donde se calmó la sed de tantos cantos y algarabía; Todo espléndido y perfecto
como si se hubiera ensayado cuidadosamente.
Luego vino
el festival Flamenco, actuaciones de coros, cuadros de baile, cantantes que
alegraron a la concurrencia y hasta las almenas del castillo parecían bailar. ¡
Cuanta Gracia de la Virgen repartida sobre todos los que al su alrededor
cantamos, bailamos, nos reímos y dábamos gracias por estar allí ¡.
Cuando el
telón del cielo se cerraba poco a poco ocultando al sol, nuestra Virgen de
Guadalupe se despedía dejando un atardecer lleno de amor y alegría, con el
deseo de volver pasado un año.
Fotografías D Lorenzo Molina
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