Recibimiento de Nuestra Señora de Guadalupe

Texto por cortesía de D. Pedro Ángel López Barella





Buenas tardes, Guadalupe.

De nuevo, nos vemos en este día que se prolonga, como un sueño, desde ayer yque amaneció en ilusiones de esperanza; que transcurrió entre verdes olivos y alegría romera; y que ahora culmina en este reencuentro emocionado.

Los encuentros de ayer y hoy fueron, si cabe, más intensos de lo normal. Hoy, Madre, he sido consciente de que nada es azar o casualidad. Todo tiene un origen y una razón de ser. Y tras todo está Dios, llenándolo de sentido.

Has llegado a la ciudad que te corona como Reina y Patrona. Y aquí estamos esperándote, no sólo como Reina y Patrona, sino como madre que eres de todos los ubetenses.

Pero hasta tenerte aquí, frente a frente, en tu pequeñito trono, adornado sutilmente con un poco de primavera y un tanto del celeste protector, nos hemos encontrado y cruzado nuestras miradas y pensamientos, en varias ocasiones.



PRIMER ENCUENTRO: LA SOLEDAD DEL SANTUARIO.

Ayer muy temprano, era acogido por el silencio íntimo, casi monacal, de tu santuario. Silencio privilegiado de privado encuentro del romero con la Virgen Pastorade estos campos y de estas lomas.

Ahí te encontré esperándome paciente, como nos esperas a cada uno, en las mañanas o tardes de un final de primavera o en el transcurso del duro y vehemente verano. Callada, esperando un breve saludo. Tal vez, un “Ave María”, o un simple “aquí estoy de nuevo”.

Y luego tú, como siempre, pendiente de mis cosas. Sabiendo, antes que mis labios desgranen las cuentas de un rosario de susurros, aquello que vuelve intranquilo mi corazón, que me quita el sueño o que me produce amargor.

Pero también, antes de que ningún músculo de mi rostro reciba ese impulso del cerebro, para esbozar una tímida sonrisa, ya sabes de mis alegrías, de mis logros, de mis sueños,… de mi gratitud.

Como una madre que mira a su hijo y, sin pronunciar palabra alguna, sabe lo que pasa por su cabeza; así tú me conoces y sé que no te puedo engañar. ¡Qué tontería! Engañar a tu madre. Sabes que eso no es posible, ¿verdad?

Esa mirada que entiende, que perdona, que irradia esperanza, que infunde cariño es la que muchos de nosotros iremos a buscar, en el peregrinar diario que nos pone ante tus plantas, en San Pablo. Tu mirada calmará nuestro grito mudo de ruegos, súplicas,dificultades, dudas, desesperanza,…



SEGUNDO ENCUENTRO: EN EL DURO E IRREGULAR CAMINO HACIA SANTA EULALIA.

La primera etapa ha sido culminada con tu recibimiento en el silencio. Pero sabes bien, Guadalupe, que la jornada no ha hecho más que empezar.

Tras escuchar la Palabra que es Salvación, nos ofreces a cuantos allí estamos, el privilegio de portarte sobre nuestros hombros. Qué atrevimiento sentirme tus pies, por unos metros.

El día ha despertado en el Santuario. El mismo Dios ha querido regalarnos, para tu viaje, un sin fin de bendiciones.

Ahora toca superar la dificultad de la irregularidad de un terreno escarpado. Ese es nuestro día a día. Si. Cada día nos encontramos situaciones y sensaciones en las quenos es difícil avanzar. Nos toca superar problemas y remontar injusticias. Por eso, todo este camino de subida, de terrones de tierra sueltos, de socavones y terraplenes, está sembrado de olivos. Pero, ¿por qué olivos? Ya te dije Guadalupe que nada es azar. Olivos porque son la Esperanza; olivos porque son la Paz. Y tú sabes que en cada duda,suspiro, anhelo o intranquilidad que siento acompañándote o portándote, en este difícil camino, tú eres el árbol al que me agarro como mediadora ante el Padre de mi Esperanza y de la Paz de mi alma. Porque viviendo en paz, dejamos vivir en paz.



TERCER ENCUENTRO: EN LA PEQUEÑA IGLESIA DE SANTAEULALIA.

En lo alto, algo sofocado por el esfuerzo, descubro a lo lejos el pequeño e íntimo Santuario del Gavellar. Has dejado atrás tu casa de campo de la que eres Señora. Porque así te llamaban en otra época, Nuestra Señora del Gavellar.

Y ahora llegas vitoreada por los aldeanos que te sienten, al igual que nosotros,como su protectora. Recorrerás sus calles y descansaras en el pequeño templo.

Allí, en el recogimiento de la iglesia, muchos te volvemos a buscar. Quizá sea un“hola y adiós”; ver que llegaste bien; contemplarte más de cerca sin el cristal de tu pequeña urna que te protegió del polvo y de las támaras que encontraste por el camino.

Y el silencio del templo y de la oración, se romperá por cantos y música de fiestay alegría colectiva. ¡Estamos de Romería!

Seguirás abriendo tu corazón e intercediendo por cuantos llegan. Siempre con una sonrisa y un gesto acogedor. No se descubre en ti cansancio, y si lo hay, no lo manifiestas. Tus hijos vuelven a ti. La Madre los recibe.

Hemos parado para descansar. Físicamente hemos sentido cansancio, necesidad de aliviar nuestra sed y de reponer fuerzas.

Esta parada en el camino, ¿es casual? Me parece que no, ¿verdad? Ahora entiendo porqué Santa Eulalia. Nada es azar.En la sencillez de la aldea, donde no existe ningún elemento que nos distraiga laatención, has querido que paremos. Es necesario parar, tomar aire, retomar fuerzas yseguir el Camino de la Fe que nos enseña tu hijo Jesús.

Bien sabes que vivimos en una sociedad sin tiempo para nada. Siempre estamos inmersos en mil tareas. Nunca hay tiempo para pensar, reflexionar, meditar, analizar.Pero, menos aún, tiempo para escuchar. Aunque también cabría preguntarse si sabemos escuchar. Escuchar, también, puede ser otra forma de hacer Caridad.

Por eso, en mitad del camino, has querido parar. Y en esta parada nos invitas a descansar nuestra alma y nuestro corazón, del caminar diario.

Tal vez, muchos de nuestros problemas se resolverían si hiciéramos un alto en el camino y reflexionáramos. Si encontráramos a alguien que, al menos, nos escuchara. Por eso, has querido parar. Para enseñarnos que una madre sabe escuchar y está siempre, que todo queda en un segundo plano y pierde protagonismo, cuando un hijo lanecesita para desahogarse, para preguntarle, para hablar y buscar el mejor consejo.



CUARTO ENCUENTRO: DE CAMINO A ÚBEDA

Renovados los ánimos emprendemos el camino tras una jornada de convivencia,vivida por cada cual a su modo y gusto: unos haciendo Hermandad o convivencia con su Carroza; otros visitando aquellas barras que montan Hermandades para recaudar algunos fondos; otros de manera individual o en familia. Qué más da.

A la salida de la aldea, Úbeda se vislumbra en el horizonte. Carrozas, jinetes y cabalgaduras, devotos y romeros te acompañan en tu alegre caminar.

Portada por hombres y mujeres avanzas, sin prisa pero sin pausa, recortando zancadas a la distancia.

Separado a una distancia prudencial, se puede observar como alrededor de tus plateadas y resplandecientes andas, entre el gentío, destaca y sobresale el verde de lospañuelos de tus romeros.

El verde, que para los cristianos simboliza la Esperanza, rodea nuestros cuellos y nos diferencia de los demás. Pero esa diferencia no podemos entenderla como una superioridad o un privilegio. ¡Qué va! Al contrario. Esa diferencia debería verse ennuestra actitud de servicio como mensajeros de la Buena Nueva, enviados por ti; y no sólo en un simple trozo de tela. Ojala que puedas anudar el pañuelo verde en el corazónde muchos de tus hijos, para que se sientan romeros tuyos; ya que será, ese pañuelo delcorazón, el que nos identifique como auténticos romeros de Guadalupe.

El Arroyo de la Dehesa nos ha marcado el punto de inflexión en nuestro ritmo. Ahora dejaremos de retener nuestro paso, la cuesta abajo terminó. El camino de nuevo cambia y es el momento de meter el hombro y emprender el ascenso hacia la Ciudad delos Cerros.

La ciudad que ayer despertó temprano, comienza a movilizarse para darte la bienvenida.

El esfuerzo por subir la cuesta se va reflejando en pequeñas gotas de sudor en los rostros. No es una cuesta pronunciada desde el principio, sino que va creciendo su inclinación lentamente mientras la recorres.

Así encontrarás a muchos de tus hijos. Sabes que corren tiempos complejos y que a muchos de nosotros, cada día que pasa aumenta un grado más la pendiente denuestra vida. Este año, Guadalupe, te toca ser más Tú que nunca.

Debiéramos ser cada uno como Juan Martínez, aquel boyero que te encontró en las junqueras del arroyo en el siglo XIV, y acercarnos a ti, asombrados por tu destello de majestad, para hacerte un hueco en nuestro corazón.

Pero hasta en eso has sido grande, Guadalupe. «Tan pequeñita quiso ser, para caber en los recovecos estrechos del alma, para llegar a los entresijos arrinconados del espíritu. Así, ¡qué ubetense podrá excusarse de guardar sitio en su corazón para laVirgen de Guadalupe! Ella, tan grande, se hace pequeña, pequeña, “chiquitiya”,“chiquitiya”, para poder entrar, medianera de todas las gracias, en la angostura míserade las necesidades de sus hijos; para poder introducirse, intercesora de toda indulgencia,en los antros oscuros de la mezquindad humana…»

Y al llegar a las fronteras de la ciudad, “vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y después de este destierro”, en San Gines, donde descansan, del paso por este mundo, tus hijos; muéstranos al que es el Camino, la Verdad y la Vida.

En el camino de subida, se me olvidó o no quise, por vergüenza, comentarte que este año tampoco terminarás tu romería en Santa María. Así somos y así nos va. Dicen que se sabe cuando empiezan las obras, pero no cuando terminan. Parece como si de un capricho o de una broma pesada se tratara del final de las mismas, porque cuanto máscerca está, más lejos queda. En estas situaciones, en las que no sé para cuando ocurriránlas cosas – quien me conoce sabe que –, utilizo siempre la misma frase: “hoy queda undía menos”. Será una forma de conformarse o consolarse, no lo sé.

Cuantos recuerdos de niñez entre aquellas paredes de Santa María. A modo deunas emborronadas pinceladas, aun conservo en mi mente pasajes de la celebración detu VI Centenario, cuando acudía con mis padres.



QUINTO ENCUENTRO: EN EL MOLINO DE LAZARO

Fue mi madre, Rosi, la que me inculcó, desde pequeñito, el amor a ti, a la Semana Santa y a la ciudad “asomada al balcón de la Loma”.

Así es, Guadalupe, de una madre a la otra Madre.

En este caminar desde el Santuario del Gavellar, pasando por la aldea de Santa Eulalia, hasta llegar a Úbeda, he descubierto que, a parte de Reina y Patrona, sobre todoeres nuestra Madre. Si. He podido darme cuenta como: nos comprendes, nos escuchas, no nos tienes en cuenta nuestros errores, sufres con las injusticias, nos esperas si teneren cuenta cuanto tiempo hace de la última vez,…

Qué sería de nosotros si ese Amor maternal lo viviéramos en todos los órdenes ysituaciones de nuestra vida: con nuestra familia, con nuestra pareja, con nuestros amigos, con nuestros compañeros de trabajo, con nuestros vecinos,… ¡Cuánto cambiaría todo! ¡Cuánto!

Aquí estas ante mi y ante el resto de ubetenses que han salido a tu encuentro. Te presentas en nuestra ciudad, en tu ciudad, sencillamente vestida, como una humilde pastora, siendo nuestra Reina. Irradias la humildad y la sencillez que a todos nos falta, en algunos momentos de la vida.

El recordado Manolo Molina, que en paz descanse, me enseño a orar, y no tanto a rezar y repetir monótonamente las oraciones. Hoy, Guadalupe, he querido orar y hablar contigo; pero en voz alta.

Hoy he tenido la dicha de ser la voz de la Úbeda que aquí te espera impaciente.Sabes que mientras mis labios lanzaban al viento estas palabras de recibimiento, al mismo tiempo, de los labios del corazón de cuantos aquí se han congregado y dequienes por motivos familiares, de salud o trabajo no han podido venir hasta este punto,y han advertido tu llegada, a la “invicta ciudad ubetense”, al escuchar los cohetes, han brotado, de sus corazones, sinceras y autenticas palabras de bienvenida, emoción ynostalgia. Porque cada ubetense, sin tenerlo escrito con trazos o letras en folio alguno,tiene escritas, de manera innata, las palabras precisas de la bienvenida de quien es su Madre, su Reina y su Patrona.

Algunos, seguramente, ya habrán comenzado a pedir por alguna necesidad o asunto que les invade. Otros, ya te habrán dado gracias por aquello que, con tanta Fe, tepidieron y que tu intercediste ante tu Hijo para que se lo concediera.

Úbeda, te recibe “asomada a las aguas del Guadalquivir”. Y si mis palabras resonaron solas estos minutos, ahora quieren sentirse acompañadas por las de todos los que habéis venido hasta aquí. ¿Qué forma puede haber más hermosa, que recibir a la Santísima Virgen con un Ave María?

Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor está contigo;
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén



¡Viva la Virgen de Guadalupe!

¡Viva la chiquitilla del Gavellar!

¡Viva la Madre de Dios!

¡Viva la madre de los ubetenses!


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