La Chiquitilla ha regresado a su Santuario del Gavellar
En la madrugada del domingo 12 de septiembre, a las 6’30 horas, se oficiaba una misa en la iglesia de San Pablo que suponía el cierre de los actos para despedir a Nuestra Señora de Guadalupe ante su marcha a su morada del Gavellar.
Tras la misa, precedida por cohetes y cánticos, la Patrona era conducida al Molino de Lázaro donde, en nombre de todos los ubetenses, Pedro Ángel López Barella la despedía hasta el próximo mes de mayo.
Tras este acto, se iniciaría el camino hacia la aldea de Santa Eulalia. Sin duda, el trayecto estaría marcado por las buenas temperaturas y el gran número de gente que arropaba a María de Guadalupe. Sin duda, uno de los actos más emotivos fue la parada en las puertas del Cementerio de San Ginés donde el párroco D. Robustiano García rezaba una oración por el alma de los difuntos que reposan allí. Sin duda, una novedad que muchos de los que acompañaban a la Virgen convertirán en tradición en un futuro no muy lejano.
Realizado el trayecto, a las 10’00 horas llegaba la Virgen a la aldea de Santa Eulalia. Tras celebrar la eucaristía, se iniciaría el trayecto entre olivares para llegar al Santuario del Gavellar, un camino marcado por la devoción, el fervor popular y las alegres melodías del coro "Los Romeros de Santiago".
La llegada de la Virgen de Guadalupe al Santuario estuvo marcada por el repique incesante de las campanas, así como por los aplausos y vítores de miles ubetenses que vinieron a despedirse de su Madre.
Tras la eucaristía, los romeros recuperarían fuerzas y comentarían la jornada junto al bar instalado junto a la Iglesia por la Directiva de la Real Archicofradía, en donde no faltaron la cerveza fresca ni los tradicionales ochíos.
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